martes, 22 de septiembre de 2015

LA ORACIÓN DE LA RANA 458.

           Érase una vez un hombre que tenía un ombligo de oro, lo cual, aunque para la mayoría de la gente habría sido motivo de orgullo, a él le producía incomodidad, porque siempre que iba a la piscina se convertía en el blanco de las burlas de sus amigos.

          De modo que oraba insistentemente para que le desapareciera aquel ombligo. Una noche soñó que un ángel bajaba del cielo, le desatornillaba el ombligo y regresaba de nuevo a lo alto.

         Cuando despertó por la mañana, lo primero que hizo fue comprobar si suelo había sido real. ¡Y lo había sido! Allí, encima de la mesa, estaba su brillante y reluciente ombligo. El hombre, lleno de alegría, saltó de la cama... ¡y se le desprendió el culo!"

        Sólo a los sabios
        puede confiárseles sin temor
       la tarea de cambiar a los demás
       o a sí mismos.

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