domingo, 20 de septiembre de 2015

LA ORACIÓN DE LA RANA 445.

        A Dios gracias, nuestros motivos para servir a los demás son invisibles para éstos.

       La obra de teatro era bastante pobre y ni siquiera mereció la atención de la prensa local. La asistencia de público decreció ostensiblemente después de la primera representación. Pero un hombrecillo asistía todas las noches y no se perdía una sola función. A pesar de lo cual, y por muy gratificante que fuera para los actores, su sola presencia no bastó para cubrir los gastos de la compañía.

       Al acabar la función de la última noche, el director salió al proscenio y dijo: "Señora y caballeros, antes de dejarles, querríamos agradecer a nuestro amigo de la primera fila su inestimable apoyo. ¡No ha faltado un solo día!"

      El hombrecillo no tuvo más remedio que balbucir unas palabras: "Es muy amable de su parte", dijo, "pero, para ser sincero, éste es el único lugar en el que a mi mujer no se le ocurriría buscarme."

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