lunes, 6 de julio de 2015

LA ORACIÓN DE LA RANA 349.

             Cuando Buda entró en la capital del rey Pransanjit, el propio rey en persona salió a recibirlo. Había sido amigo del padre de Buda y había oído hablar del tremendo espíritu de renuncia del muchacho. De modo que intentó persuadir a Buda de que renunciara a su vida de mendigo errante y regresara al palacio, pensando que con ello estaba prestando un servicio a su viejo amigo.

          Buda se quedó mirando a los ojos de Pransanjit y dijo: "Respóndeme sinceramente: a pesar de toda tu aparente alegría, ¿te has dado tu reino un solo día de felicidad?"

         Pransajit bajó su mirada y permaneció mudo.

         No hay mayor alegría
        que no tener motivo de tristeza;
        no hay mayor riqueza
        que contentarse con lo que uno tiene.

No hay comentarios:

Publicar un comentario