sábado, 28 de febrero de 2015

LA ORACIÓN DE LA RANA 283.

              Correteando por la calle, un pequeño rapaz, al dar la vuelta a una esquina, chocó inesperadamente con un hombre. "¡Santo cielo!", dijo el hombre, "¿adónde vas con tanta prisa?"

             "A casa", respondió el muchacho. "Llevo prisa, porque mi madre me va a sacudir."

            "¿Y tantas ganas tienes de que te sacudan que vas corriendo de esa manera?", le preguntó asombrado el otro.

            "No. Pero, si mi padre llega a casa antes que yo, será él quien me atice."

             Los niños son como espejos:
             en presencia del amor,
             es amor lo que reflejan;
             cuando el amor está ausente,
             no tienen nada que reflejar.    
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