sábado, 20 de diciembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 220.

            La verdad no se encuentra en los nombres...

            Llegado el momento de poner un nombre a su primogénito, un hombre y su mujer empezaron a discutir. Ella quería que se llamase igual que su abuelo materno, y él quería ponerle el nombre de su abuelo paterno. Finalmente, acudieron al rabino que solventara la cuestión.

           "¿Cuál era el nombre de tu padre?", preguntó el rabino al marido.

           "Abiatar".

           "Y cómo se llamaba el tuyo?, preguntó a la mujer.

           "Abiatar".

           "Entonces, ¿cuál es el problema?", preguntó perplejo el rabino.

                 "Vera usted, rabino", dijo la mujer. "Mi padre era un sabio y el suyo un ladrón de caballos. ¿Cómo voy a permitir que mi hijo se llame  igual que un hombre como ése?

                  El rabino se puso a pensar en el asunto muy seriamente, porque se trataba de un problema verdaderamente delicado. No quería que una de las partes se sintiera vencedora y la otra perdedora. Al fin, dijo: "Os sugiero lo siguiente: llamad al niño "Abiatar"; luego esperad a ver si llega a ser un sabio o un ladrón de caballos, y entonces sabréis si le habéis puesto el nombre de uno o de otro abuelo".
      

             

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