domingo, 14 de diciembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 214.

                     Jitoku era un excelente poeta que había decidido estudiar Zen, para lo cual concertó una cita con el Maestro Ekkei en Kyoto. Acudió ilusionadísimo al Maestro, pero en el momento en que se presentó ante éste recibió una bofetada que le dejó perplejo y humillado, pues jamás se había atrevido nadie a golpearle. Pero, como el Zen prohíbe decir ni hacer nada si no lo ordena el Maestro, salió de allí en silencio e, indignadísimo, se fue a ver a Dokuon, el discípulo, le contó lo sucedido y le dijo que pensaba desafiar en duelo al Maestro.

                   "¡Pero si el Maestro ha querido ser amable contigo...!", le dijo Dokuon. "Métete de lleno en la práctica del "zazen" y lo comprobarás por ti mismo".

                   Y eso fue exactamente lo que hizo Jitoku, ejercitándose durante tres días y tres noches con tal intensidad que alcanzó una iluminación extática muy superior a todo cuanto podría haber imaginado. Y Ekkei le hizo saber su satisfacción por el "satori" obtenido.

                   Jitoku volvió a visitar a Dokuon, le agradeció su consejo y le dijo: "Si no hubiera sido por tu buen juicio, jamás habría tenido yo esta transformadora experiencia. Y por lo que se refiere al Maestro, ahora veo que su bofetada no fue lo bastante fuerte".
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