domingo, 30 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 200.

                   En cierta ocasión, se hallaban reunidos en Escete algunos de los ancianos, entre ellos el Abad Juan el Enano.

                   Mientras estaban cenando, un ancianísimo sacerdote se levantó e intentó servirles. Pero nadie, a excepción de Juan el Enano, quiso aceptar de él ni siquiera un vaso de agua.

                  A los otros les extrañó bastante la actitud de Juan, y más tarde le dijeron: "¿Cómo es que te has considerado digno de aceptar ser servido por ese santo varón?"

                  Y él respondió: "Bueno, veréis, cuando yo ofrezco a la gente un trago de agua, me siento dichoso si aceptan. ¿Acaso me consideráis capaz de entristecer a ese anciano privándole del gozo de darme algo?"
   

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