domingo, 16 de noviembre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 190.

                 Un niño sintió que se le rompía el corazón cuando encontró junto al estanque, a su querida tortuga patas arriba, inmóvil y sin vida.

                Su padre hizo cuanto pudo por consolarlo: "No llores, hijo. Vamos a organizar un precioso funeral por el señor Tortuga. Le haremos un pequeño ataúd forrado en seda y encargaremos una lápida para su tumba con su nombre grabado. Luego le pondremos flores todos los días y rodearemos la tumba con una cerca".

               El niño se secó las lágrimas y se entusiasmó con el proyecto. Cuando todo estuvo dispuesto, se formó el cortejo -el padre, la madre, la criada y, delante de todos, el niño- y empezaron a avanzar solemnemente hacia el estanque para llevarse el cuerpo, pero éste había desaparecido.

              De pronto, vieron cómo el señor Tortuga emergía del fondo del estanque y nadaba tranquila y gozosamente. El niño, profundamente decepcionado, se quedó mirando fijamente al animal y, al cabo de unos instantes, dijo:
             "Vamos a matarlo".

              En realidad, no eres tú lo que me importa,
              sino la sensación que me produce amarte.

    

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