miércoles, 15 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 168.

               Érase un científico que descubrió el arte de reproducirse a sí mismo tan perfectamente que resultaba imposible distinguir el original de la reproducción. Un día se enteró de que andaba buscándole el Angel de la Muerte, y entonces hizo doce copias de sí mismo. El ángel no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz y regresó al cielo.

             Pero no por mucho tiempo, porque, como era un experto en la naturaleza humana, se le ocurrió una ingeniosa estratagema. Regresó de nuevo y dijo: "Debe ser usted un genio, señor, para haber logrado tan perfectas reproducciones de sí mismo. Sin embargo, he descubierto que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto".

           El científico pegó un salto y gritó: ¡"Imposible! ¿Donde está el defecto?"

           "Justamente aquí", respondió el angel mientras tomaba al científico de entre sus reproducciones y se lo llevaba consigo".
  

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