domingo, 1 de junio de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 114.

                Un discípulo llegó a lomos de su camello ante la tienda de su maestro sufi. Desmontó, entró en la tienda, hizo una profunda reverencia y dijo: "Tengo tan gran confianza en Dios que he dejado suelto a mi camello ahí fuera, porque estoy convencido de que Dios protege los intereses de los que le aman".

              ¡Pues sal afuera y ata a tu camello, estúpido!", le dijo el maestro. "Dios no puede ocuparse de hacer en tu lugar lo que eres perfectamente capaz de hacer por ti mismo".
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