viernes, 7 de febrero de 2014

LA ORACIÓN DE LA RANA 38.

                  Una ostra divisó una perla suelta que había caído en una grieta de una roca en el fondo del océano. Tras grandes esfuerzos, consiguió recobrar la perla y depositarla sobre una hoja que estaba justamente al lado.

                   Sabía que los humanos buscaban perlas, y pensó: "Esta perla les tentará, la tomarán y me dejarán a mí en paz".

                   Sin embargo, llegó por allí un pescador de perlas cuyos ojos estaban acostumbrados a buscar ostras, no perlas cuidadosamente depositadas sobre una hoja.

                   De modo que se apoderó de la ostra -la cual no contenía, perla, por cierto- y dejó que la perla rodara hacia abajo y cayera de nuevo en la grieta de la roca.

                   Sabes exactamente dónde mirar.
                   Por eso no consigues encontrar a Dios.

   

No hay comentarios:

Publicar un comentario